Durante el desarrollo embrionario y fetal del perro, los testículos van variando su posición (se puede presentar el trastono llamado criptorquídia). Comenzando muy cercanos a los riñones, en la medida que la vida fetal avanza los testículos van aproximándose gradualmente al anillo inguinal. En los humanos la secuencia de hechos es muy similar, salvo por el hecho que la producirse el nacimiento, éstos ya se encuentran en su destino final, que es el escroto. En los perros ese movimiento definitivo se produce entre las tres semanas y las seis semanas de vida.
Claro que como todo en el desarrollo, aún puede llegar a demorar algunos meses. Sin embargo, si a los 6 o 7 meses los testículos no han llegado al escroto , no lo harán nunca y es lo que se llama criptorquídia.
Importante para la reproducción
El problema es que los testículos necesitan esa localización para que se produzcan los espermatozoides con normalidad. La temperatura dentro del abdomen es algo superior y ese perro con criptorquídia va a tener serios problemas de fertilidad. Tal vez alguien piense que eso no es serio y estoy de acuerdo, pero hay otro problema. Los testículos no descendidos tienen una enorme posibilidad de desarrollar un cáncer.
Minimizar los riesgos
Si bien el cachorro con este problema puede tratarse con hormonas para ayudar a una natural localización de estos órganos, la solución mejor es la quirúrgica, con extirpación de los mismos. Nos aseguramos así el esterilizarlos y minimizamos el desarrollo de un cáncer.
Cualquier perro puede tener este problema de criptorquídia, pero se ve que hay una cierta tendencia hereditaria. Hay razas donde se ve con mucha frecuencia, en general razas de perros de tamaño pequeño. Sin embargo se ve bastante en los bóxer y en los pastores alemanes como razas medianas a grandes.
Lo importante siempre es prevenir con un buen control veterinario, seguir todos los detalles para una dieta saludable y mucho cariño.