
Decidirse a aumentar el numero de miembros de nuestro grupo de convivencia como por ejemplo si recogemos un gato de la calle (lo digo de esta forma porque hay quienes de ofenden si decimos que miembros de otra especie pertenecen a nuestra familia) es algo que debe ser muy bien pensado dicen los expertos, posición que comparto plenamente. Sin embargo hay veces que las cosas salen de otro modo. Por ejemplo, mi perro no lo adoptamos en un refugio, lo encontramos agonizando en la calle, maltratado, desnutrido y con distemper (moquillo). No había tiempo de pensar que haríamos y el resultado es el perro más amoroso que hemos tenido, si bien es muy diferente a todos. Con un gato puede ocurrir lo mismo, lo vemos en la calle en situación desesperante y lo traemos a casa.
Debemos tener en cuenta que si no estamos preparados para tenerlo con nosotros o no es el mejor momento apra adoptar, llevarlo a un refugio o darle un alojamiento temporal hasta encontrarle una familia es la mejor opción para un gato de la calle.
Sea cual sea la decisión, el primer paso es confirmar que no tiene dueño. En las veterinarias y en muchos sitios de internet se encuentran avisos con animales perdidos. Puede ser el caso por lo que no hay que entusiasmarse con una adopción si ya tiene dueño.
El siguiente paso es ir al veterinario
El gato de la calle puede estar con problemas que no nos parecen obvios, pero que pueden complicar la salud y la vida de las demás mascotas de nuestra casa.
Si se trata de un gato de la calle, será desconfiado y no va a ser fácil que deje que lo llevemos a casa. Hablando suave, sin tonos amenazantes o demasiado entusiastas, le vamos a ofrecer chuches. Obviamente que esto lo haremos con cuidado, ya que las golosinas son ricas pero perjudiciales si no son las adecuadas. El gato va a acercarse y de a poco lo vamos calmando. Vamos a necesitar un trasportín, al que seguro va a entrar si le ponemos comida en su interior.