Cuando traemos a vivir con nosotros en familia un perro, su obediencia depende del adiestramiento, estamos haciendo algo que para el perro es muy natural y es formar parte de un grupo.
El gato va a vivir feliz con nosotros, va a ser algo positivo para todos, pero es un hecho que no es un animal social y para el un grupo no es algo que necesite.El gato necesita ante todo un territorio, el perro compañía. El hecho de ser un animal social, hace que el perro respete las jerarquías de forma muy clara, ya que son la base de una organización social donde el líder manda el grupo y la obediencia es parte su vida. Como para el gato no es para nada importante una organización de grupo, un líder no tiene necesidad de ser y por lo tanto la obediencia no es un punto que forme parte de su vida.
Siempre por su cuenta
Eso no significa que no pueda convivir, significa que no va a obedecer ordenes que para el no tienen sentido. No nos va a dar la pata, no va a responder a nuestro llamado (salvo que el quiera) ni nada por el estilo. Pero nosotros podemos marcar reglas, algo que debemos hacer desde el primer día. Si no queremos que suba a la mesa, pues no debe subir a la mesa. Para eso lo vamos a desestimular de hacerlo, con algo negativo pero que no lo relacione con nosotros. Como ya hemos visto, si sube, con un atomizador, sin que vea que somos nosotros, lo mojamos. Eso cada vez que repite la conducta no deseada. No es necesario hacerlo muchas veces porque aprenden rápido.
Proporcionarle lo indispensable
Pero para que el gato no haga lo que no debe, tiene que tener todo lo que necesita. Si no queremos que arañe los muebles, pues no hay forma si no le hemos dado un rascador. Si no queremos que suba a los sillones pero no le hemos dado un lugar alto donde el pueda controlar su territorio, subirá a todos los sillones posibles.
Con los peques tenemos pequeñas desobediencias, grandes problemas. Con los gatos, si les damos lo que necesitan y los comprendemos, no tendremos obediencia por parte de él pero no tendremos problemas.