Autor: Escarlata
Siempre os hablo mucho de mi perro, pero tal vez no tanto de mi gato. Es que en realidad mi perro es muy diferente a los demás perros y mi gato es el más clásico de los gatos. Duerme entre 18 y 20 horas por día, siempre en los mismo lugares, recorre los mismo caminos en el jardín o dentro de casa sin alterar ni un centímetro su ruta, come mucho y cuando quiere algo lo exige de un modo fuerte y claro. Todo un gato hecho y derecho. Claro que cuando digo que exige lo que quiere, el 99% de las veces es comer, ya que el día se le pasa en alternar hambre y sueño. Pero hay que tener cuidado con algunas cosas que los gatos no pueden comer.
Veamos algunas de ellas
La sal es todo un problema. El pienso viene con la cantidad adecuada, pero cuando le damos un extra, cuidemos que no sea algo muy salado, aún si el gato es sano. Si tiene problemas de corazón, nunca darle nada con sal.
Es un clásico creer que la leche es genial para el gato. Sin embargo son muchos, demasiados, los gatos que tienen intolerancia a la lactosa. Si bien en los humanos tenemos mas claro que es la intolerancia de la lactosa, los gato suelen padecerla y les produce diarrea. Por ese motivo, leche poca y cada mucho tiempo.
Si bien no se me ocurre porque alguien le daría a su gato té, café o alcohol, pues no falta quien lo haga. Mala idea ya que no son buenos para su salud e incluso el alcohol puede matar a la mascota.
Varias veces hemos mencionado dos clásicos que son muy peligrosos
La cebolla y el chocolate. Pues repetirlo, dado el peligro que representan, no viene mal.
Los huesos de pollo que muchas personas dan a sus gatos, al igual que lo que ocurre con los perros, pueden dañar seriamente su aparato digestivo e incluso matarlo.